Recuerdo en el restaurante:
tu boca recorría suavemente.
El río, como agua bronca,
quería desembocar en tu mar.
Terminamos en el castillo de amor,
que engalanado con bombillas rojas,
nos invitó al delirio de amarnos.
Entramos en una suave vorágine;
besaba tu espalda y con efervescentes ansias
recorría gradualmente tu montaña florida.
Acariciaba tus muslos «cóncavo y convexo»;
era mi lengua el instrumento punzante
que impacientes tus manos trasladaban
al volcán de tu cuerpo
donde me introduje suave;
sensual y ardientemente
tomaba la lava que de él brotaba.
Husmeaba pacientemente
hasta quedar vacío tu volcán.
y así, entre sus faldas, esperé
que nuevamente hiciera explosión
en conjunto con el amor.
Tu cuerpo y mi cuerpo, juntos,
en armonía desenfrenada.
Pasión de pasiones,
antes de…después de…
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