Confieso que tu amor
quema mis adentros.
Eres dueña de mi verso,
de mi rima y de mi prosa.
Provocas el fuego insistente
de mis temblores y
llama latente
donde agitas la marea
que arremete con bravura
en el dormir de tus ansias,
que en secreto
viven llenas de ternura.
Arrebatas en suave coloquio
el brillo de mis galaxias,
la candidez de mis besos y
el jardín de mis cerezos.
Todo en conjunto
es para ti, con todo mi amor,
la fuerza del universo
y mi más grande obsequio,
mujer de mis adentros.
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