Es tu cintura
el labio de tu boca
que ardiente me acurruca.
Es tu torrente
la sensación creyente,
el manantial
que de manera curiosa
brota para ti
al ver que eres una diosa.
Tienes el candor,
la savia del amor,
el rayo que estremece
cuando tu amor me mece.
No tengo duda
al entregarte mi vida,
que moribunda
se aferra húmeda,
con la piel erizada,
al volcán que en primavera
baña tu alma a la vera.
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