Te vivo en jardines de alcatraces
y amores galopantes;
en la pradera de mi amor
donde, alborotada,
el sol me anuncia la alborada.
Es tu sonrisa la caricia,
el lenguaje mudo de la vida
que en prosa limpia aniquila la tristeza,
y luz que conquista, borrando de golpe,
lo que la sombra enquista.
Es tu aliento terso y limpio -y es mi aliento-,
el jardín donde florece mi vivir.
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