Te entrego mi vida.
Esa que se paseaba sin cansar,
amaba sin amar,
que entre los dedos
se escurría sin quedar.
Te entrego mi vida
que di sin pensar,
la que en el aire se quedaba
quitando el respirar.
Te entrego mi vida,
amor hermoso, que eres mi debilidad,
que con su sonrisa me deja en fragilidad
y con tierna mirada me da felicidad.
Te doy mi ser,
que había estado sin tranquilidad.
Ante ello, me inclinó...
y te entregó mi vida,
amor de verdad.
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