Cae la lluvia que sin pestañear arremete.
¡Lluvia bendita que das vigor a mi amor perenne!,
escucho las gotas caer sobre mi ventana,
alegrando mis pupilas
salpicadas de su transparencia
con un rostro dulce
que embriaga mis sentidos
y desnuda mi alma
ávida de libertad.
Tierra con olor a lluvia,
que entrelazadas hacen
la mancuerna perfecta del amor dormido
que da vida, a esa, a esa flor sedienta.
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