Sin que lo percibieras
me acerqué a tu amor, sigilosamente.
Destacaba tu limpio ser,
suave y equilibrado,
que en tonalidades fabulosas
lucía soleado y señorial.
Resplandeciente criatura,
que tu origen es el amor,
mantienes la llama viva
de tu esencia que permea
en todos los recovecos de la vida,
y asiste en todo momento,
la flama del querer.
¡Esplendorosa criatura!
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