Extraño tu tiempo y tu espacio,
tu pensamiento volando
y la necesidad de contarte.
Estás sumergida en mí
como el beso en los labios,
como el sabor de tu cuerpo
impregnado en mi boca.
Dejo de imaginar
para vivirte como la aurora,
dejo mi interior para sentirte
en el fuego del otoño,
y así siento tus besos callados,
con estruendo de feria,
que empujan como niña traviesa
hacia el borde del abismo,
donde te atrapo en un verso
y convertida en amor
formas un remolino,
en el fondo de mí.
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