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03 febrero, 2015

ENTREGA




Si en algún momento ves 
que mis ojos derraman una lágrima,
no te alertes ni sientas tristeza.
Si, otra vez, adviertes 
que mi corazón se desborda,
no pienses que se muere.
Si percibes que mis manos tiemblan,
no creas que tengo frío.
Si sabes que mi alma ríe,
no consideres que me volví loco.
Si tartamudeo al hablarte,
no presumas que me estoy quedando mudo.
Simplemente, es porque mi corazón y mi alma, 
presurosamente, quieren ser tuyos
por tanto amor y su entrega desbordada.

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