Tengo,
en el mar de tu alma,
el vendaval de amores rojos
arrinconados en los corales
de tu crepúsculo.
Diamantes
de pureza inigualable
enmarcando tu belleza
y haciendo gala
a tu hermosura.
Nubes danzando
al ritmo de la marea,
en el desahogo claro
de su alegría.
Perlas vírgenes abriendo
en característica sinfonía,
matizando en vaivenes
la dulzura y la blandura
de tu bello corazón.
Mujer,
sendero de mi vida
y entretiempo
de mis desvelos...
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